OPINIÓN | ‘Los peligros de «liarte» con los insultos’, por Alberto Huertas

Alberto Huertas | Subdirector de METRÓPOLIS FM – Región de Murcia

Entrar en las instituciones supone un plus de responsabilidad que a veces algunos no acaban de entender, asumir o asimilar. Formar parte de las estructuras del Estado comporta, por obligatoriedad, un respeto y un decoro especial hacia algo que no nos pertenece a nadie, aunque es de todos, y que empieza por saber hacer un buen uso de nuestras opiniones y de nuestras palabras.

El portavoz de Vox en la Asamblea Regional, Juan José Liarte, se ponía ayer en el ojo del huracán mediático y político nacional por la publicación en una red social en la que insultaba a la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, a cuenta de unas declaraciones de Delgado, recogidas por el diario ‘La Razón’, en las que ésta aseguraba, siempre según este periódico, que PDeCAT, Bildu y ERC habían aceptado la Constitución pero que Vox la rechazaba, en parte.

Formar parte de las estructuras del Estado comporta, por obligatoriedad, un respeto y un decoro especial hacia algo que no nos pertenece a nadie, aunque es de todos

El portavoz en Murcia de la formación liderada por Santiago Abascal compartió una publicación en su perfil de Facebook en la que se refería a Delgado como a una «tiparraca embustera». Y decía -cito textualmente- «De una p*** solo puedes esperarte putadas».

La Fiscalía, lo conocíamos a última hora de ayer, está estudiando ya acciones legales contra Liarte por estas palabras.

VOX es un partido recién llegado a la esfera institucional y muchos de sus responsables probablemente no estén acostumbrados (no entiendan o hayan concebido todavía) lo que implica representar a un sistema democrático, en el que la libertad de expresión no puede amparar nunca el insulto, la descalificación pobre y desmedida ni la falta de respeto (y menos de manera grosera) al diferente. Pero eso no exime, a quienes forman parte de nuestras estructuras.

Porque para para estar y representar a las Instituciones uno tiene que valer y estar dispuesto a hacerlo de la mejor manera posible, y en caso contrario, el propio sistema debería expulsarlos sin miramientos. Porque lo que está en juego es la protección y continuidad de un marco de libertad (aquella que nos hace convivir en armonía y feliz convivencia) y de respeto, como es el de la democracia.