En 1945 cuando las tropas soviéticas llegan a Berlín y piensan que el nazismo ha tocado a su fin, no cuentan con los miles de niños adoctrinados que las reciben.
Una frase célebre y significativa de Hitler rezaba así: “Tú no piensas como yo, pero tus hijos me pertenecen”, y sin duda así era, pues el Tercer Reich se encargó de lavar el cerebro de cientos de miles de niños, a pesar de que muchos de sus padres leían y leían el Mein Kampf y seguían sin comprender nada.
El nazismo organizó todo un sistema educativo que empezaba en la escuela de manera muy básica orientada hacia el llamado “sentimiento nacional” y que posteriormente las Juventudes hitlerianas se encargaban de pulir logrando que esos críos y adolescentes llegaran a sentirse auténticos héroes.
Los nazis no daban puntada sin hilo, por eso el adoctrinamiento se hacía a conciencia y previamente los profesores eran debidamente “formados” porque para Hitler, la educación nazi era una de sus prioridades. De hecho, las Juventudes hitlerianas que, en principio eran voluntarias, acabaron siendo de reclutamiento obligatorio llegada una edad y al final de la Guerra se calculan en ocho millones de jóvenes los pertenecientes al Movimiento.
La obsesión del Führer de formar una gran familia ideológica supuso la desesperación de muchísimos padres que sintieron haber perdido totalmente el control sobre sus hijos menores que, en ocasiones, llegaron a denunciar a sus propios padres, pues la lealtad al sentimiento nazi y la denuncia al traidor eran consideradas las piedras angulares de aquel movimiento juvenil.
¿Por qué apenas nadie hizo nada al respecto, a pesar de darse cuenta de lo que estaba pasando? El miedo atenazaba a los ciudadanos, Hitler había conseguido instaurar un régimen de terror.
Desgraciadamente, este breve análisis del adoctrinamiento nazi nos resulta familiar en nuestra España del siglo XXI. Lo hemos visto y lo vemos en la Cataluña independentista y lo seguimos viendo tal día como hoy en esos jóvenes que salen a las calles a enfrentarse con los ciudadanos que protestan contra la gestión del Gobierno durante la pandemia. Adolescentes que no saben ni el significado de la palabra república ni mucho menos en qué consiste, pero se envuelven en banderas tricolor y con los ojos inyectados en sangre y las cabezas carentes de mueble alguno, salen a increpar en nombre de la izquierda totalitaria que nos gobierna a cualquiera que no piense como les han dicho que hay que pensar.
Hagamos algo y rápido, estamos a tres minutos de que ocurra, estamos a nada de que esas criaturas que deberían ser el futuro sobre el que construyamos nuestro país, se nos vayan definitivamente de las manos y alguien de los que manda repita las palabras de aquel dictador: “Tú no piensas como yo, pero tus hijos me pertenecen”.
Mar Rodríguez | Asesora en comunicación política