La comunicación con los seres que están al otro lado

El contacto entre nuestro mundo y el más allá es más habitual de lo que parece y, al contrario de lo que pudiera considerarse, no hay que ser un entusiasta de lo paranormal para que esto suceda, ya que puede pasarnos a todos.

Aunque la mayoría de los seres del otro lado, a la hora de hacerse notar, utilizan un patrón que sigue unas pautas más o menos similares, en ocasiones ese patrón cambia, convirtiendo así en “diferente”, “curiosa” o “algo peculiar” la vía o la manera de contacto elegida, pudiendo variar su “modus operandi” según los casos o según lo poderosa que sea dicha entidad. Utilizan todo lo que saben y todos los medios a su alcance para llamar nuestra atención y, aunque generalmente los tenemos bastante cerca, la comunicación a veces resulta un tanto difícil porque, si bien, en algunas ocasiones hacen esfuerzos extraordinarios para hacerse ver o sentir por los que estamos a este lado, la mayor parte del tiempo lo tienen bastante difícil porque somos expertos en cerrarles las puertas.

¿Cómo? ¿Por qué? Pues tal vez por miedo, o debido a nuestro estrés, o quizás porque no entendemos qué nos está pasando e intentamos ignorarlo, o tal vez porque sí lo sabemos, pero no queremos reconocer lo que en realidad sucede; aunque no os preocupéis porque ellos, que tienen todo el tiempo del mundo, suelen ser muy insistentes y persuasivos.

Pero si después de todo, nuestro deseo es escuchar lo que tienen que decirnos, es muy importante potenciar nuestra “fuerza interior” o espiritualidad para hacer que esta comunicación con los seres del otro lado sea posible. Normalmente ellos están bastante cerca de nosotros y, aunque estén inmersos en sus ocupaciones que no son otras más que aprender, ayudar a quien lo necesite, disfrutar de aquello que les guste hacer y prepararse para seguir su camino, también están muy interesados en las cosas que hacemos.

Es muy peculiar la forma en la que se nos suelen mostrar; intentan que sea lo menos traumática posible, pero cuando consiguen que los percibamos a través de nuestros sentidos o que seamos conscientes de que ellos están ahí, en ese momento tratan de comunicarse, y es entonces cuando nosotros, las personas de a pie, los que tenemos las vidas normales, al captar o sentir «algo» es muy posible que comencemos a asustarnos un poquito, o mucho. Y aunque tengamos la intuición de que son nuestros seres queridos los que quieren ser escuchados o atendidos, y sepamos que esto es algo real y natural que por supuesto no nos hará daño, a veces se necesita tener nervios de acero para no salir corriendo.

No obstante, aquellos que intentan decirnos algo, mandarnos algún mensaje, mostrarnos su amor o simplemente hacerse notar no siempre han de ser conocidos, también están aquellos que hacen las cosas porque les gusta, les divierte, saben que pueden hacerlo o porque están enfadados. En este momento las cosas se complican.