
Las tendencias no son solo para la moda, complementos, ropa, la política también tiene sus tendencias.
Los actuales partidos políticos, han encontrado una manera de perpetuarse en el gobierno, aunque desarreglen en vez de arreglar. La tendencia de la que vamos a hablar nos traslada en concreto, a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Un agonizante partido político, luchó en las últimas elecciones autonómicas por mantener su
bastión a pesar de perder las elecciones. Cual mortal que vende su alma al diablo, comenzaron los pactos.
Por un lado, el socio oficial. La andadura prometía cuando se dieron la mano y los sillones. En muchos de los casos, se duplicaron los cargos políticos para contentar a todos. No importó, como otras tantas cuestiones económicas que recaen sobre los ciudadanos, ya que no es lo mismo pagar la cuenta entre cuatro, que entre cuarenta millones.
Por otro lado, el socio oficioso. No lo pierdan de vista. Les costó contentarlo. Un socio inquieto e incluso difícil de controlar, pero la ocasión merecía la pena.
Algunos quisieron dar un voto de confianza, ¿y si fuera posible que, por el bien de nuestra Comunidad, se pusieran de acuerdo para hacer un gobierno estable?, donde la mezcolanza, haría que los unos vigilasen a los otros, donde por primera vez, los ciudadanos de nuestra Región podrían estar en igualdad de condiciones que el resto de las comunidades.
Los más escépticos, no lo tenían muy claro. Enemigos acérrimos compartiendo confidencias. Y como aquel refrán, “dos que duermen en un colchón, se vuelven de la misma condición”.
Por otro lado, una oposición que en un arranque de pasión adelantó que para el día 13 de diciembre, si no cambiaba la situación de nuestro Mar Menor, presentaría una moción de censura al actual gobierno de la Región. No hace falta recordar, cual es la situación del Mar Menor y cuanto menos, que el día 13 de diciembre es pasado mañana.
Lamentablemente, hay que aprobar los presupuestos y la historia se repite, y no se atisban cambios, al contrario, el socio oficial está más preocupado por lo que pasará en Madrid que en la Región, y el socio oficioso disfrutará del placer, de hacer sufrir a los gobernantes de la Comunidad y solo cuando ellos, y solo ellos lo decidan, darán el visto
bueno.
Mientras, nuestra Comunidad, como siempre no tendrá quien la defienda, inmersa en la más absoluta soledad política.
Las disputas, en vez de trasladarlas a Madrid, donde hay que lidiar por una financiación digna, se quedan en casa, donde la preocupación no es otra que aprobar unos presupuestos a costa de mantener a flote un barco que hace mucho tiempo se encuentra a la deriva. El gobierno consciente de que sin presupuestos no hay paraíso, venderá su alma, como ya es costumbre.