
En plena era de la modernidad digital y del férreo dominio de los medios sobre la opinión de los ciudadanos, resulta más fácil que nunca la construcción de un relato político enmarcado y enmarcable según el cambio de las circunstancias y que la ciudadanía lo compre y lo consuma.
Y es que al fin y al cabo, la política de hoy día tiene mucho de marketing y a veces muy poco contenido, por eso la necesidad de muchos políticos de comportarse como auténticos publicistas a la caza de consumidores de su producto.
Una de las características principales del relato es su plasticidad o maleabilidad. La historia ha de ser dúctil, adaptable a los giros que los líderes políticos van haciendo según les conviene o según cambian las situaciones.
En el panorama político español tenemos un ejemplo de lo más gráfico de la maleabilidad del relato en el presidente en funciones Pedro Sánchez.
Su discurso cambia, ya no por días, sino por horas. Se podría decir que es un relato del que se construyó un armazón y se va rellenando a la imagen del político que hoy dice una cosa y mañana la contraria, y aún así se lo compra la mayoría de los españoles.
Esto es lo más grave, que se le compra todo sin reparo alguno. Los votantes se comportan como auténticos consumidores voraces de lo que escuchan de su líder sin pararse a reflexionar, a pesar de los continuos giros e incluso de traicionarse a sí mismo continuamente en sus palabras, lo cual convierte a este tema en un interesante caso digno de estudio en el campo de la comunicación política.
Hoy les dejo que piensen sobre ello y si me lo permiten, iremos desgranando estos temas en sucesivos programas.
Les prometo sumo interés.