Juana Rocamora
La semana pasada, adelantábamos el quebradero de cabeza, que está suponiendo para nuestros representantes políticos la vuelta a las clases de los alumnos de la Región.
Esta semana, nos encontramos con la noticia del aplazamiento del comienzo de las clases por razones, más que obvias y predecibles para los murcianos. Un verano al sol, que ha servido para engordar las barrigas de muchos, sumando contagios por doquier, hacía que muchos se preguntaran, porque nadie decía y hacía algo con la vuelta inminente de los alumnos a las clases.
Llega septiembre y los deberes sin hacer. La sensación de una continua improvisación por parte de los responsables, está haciendo mella en los murcianos. La falta de respeto hacia los ciudadanos está patente con esta última decisión, fruto de la dejadez instaurada, siempre amparada por la crítica al estado de la nación. Atrasar el comienzo de las clases a una semana de su inicio, provoca cambios no solo en los alumnos, también en sus familias, docentes…piden responsabilidad, organización, unidad.. para los ciudadanos y realmente los que no lo aplican son los responsables de la gestión de toda esta charada, que está agotando la paciencia de los pacientes murcianos.
Analizar lo complicado del momento, quedó atrás. Hemos probado las hieles de este maldito virus que ha hecho y hace estragos con el mundo entero. Llevamos alguna idea del enemigo al que nos enfrentamos, pero no se aprovecha la ventaja que esto supone. Prevención y organización, rodeado de expertos que sean reales y no imaginarios, se convierte en una necesidad para garantizar el bienestar de los murcianos.
En marzo, dejamos de vivir, para empezar a vivir de nuevo, con el manual de instrucciones en la mano, conseguimos ser los mejores alumnos de unos profesores que nos guiaban a ciegas en un mundo desconocido para la mayoría.
Cuando han pasado unos meses, la normalidad que vivimos, ya no es nueva. La incongruencia, de la situación se palpa en el momento que el alumno supera al maestro. La ciudadanía, ha aprobado con matrícula de honor, cual corderito, ha hecho lo que se le indicaba, y lo único que esperaba a cambio es cordura, seguridad y respeto.
La inversión, en sanidad y educación, es una prioridad que siempre y ahora más que nunca, debe prevalecer frente a cualquier gasto superfluo. La sanidad, debería estar preparada para afrontar lo que sabemos que está por llegar.
Con la normalidad, más que razonable impuesta, han buscado no caer aún más, en el desastre económico en el que estamos, por eso como contraprestación la sanidad debe garantizar la seguridad para los posibles pacientes que se avecinan.
La educación, debe continuar, no podemos parar la maquinaría del colectivo que nos hará ricos en un futuro no muy lejano. Meses atrás, se debería haber instaurado un sistema seguro y con las garantías necesarias. Es importante, que los responsables políticos dejen de mirar hacia otro lado, dejen de sorprenderse ante este tipo de acontecimientos, cuando ya no sorprende a nadie y que hagan el trabajo para el que están contratados. Si el problema es la falta de conocimiento y educación, nada reprochable al gobierno de la región, después de tantos puestecitos creados para contentar y agradecer el sillón, que más dará pagar algún puesto más, para alguien, que sepa cómo gestionar esta normalidad que nos ha tocado vivir. Créanme, si les digo que ahorraríamos dinerito y ganaríamos en bienestar. Ahora que las decisiones salvan vidas, ahora que las decisiones sentaran la base de nuestro futuro, ahora es cuando hace falta conocimiento y sacrificio.
Juana Rocamora | Portavoz de SOMOS REGIÓN