Mar Rodriguez
La abogada y experta en Comunicación Política, Mar Rodríguez, coge la lupa de Metrópolis Daily y la pone sobre el papel que cada una de las instituciones del Estado deben jugar en un sistema democrático, en especial el poder Judicial, a cuenta de los movimientos que en los últimos días se producen de cara a la elección del Consejo General del Poder Judicial.
Según los historiadores, la afirmación “el Estado soy yo” fue pronunciada por el rey Luis XIV al ver el desacuerdo que la corte en París tenía frente a la aprobación de los edictos presentados por el monarca. La frase indica lo absurdo que veía Luis XIV la discusión, ya que esperaba que todas sus propuestas fuesen aceptadas sin cuestionamientos.
La frase representa el absolutismo, monárquico en este caso, pero bien podemos extrapolarla a la actualidad española y disfrazar a nuestro presidente del gobierno de Rey Sol, que le casa a la perfección, aunque yo me atrevería a decir que Luis se le quedaba en mantillas a Su Pedridad el Magnánimo, que sin duda pasará a la Historia por ser el más absolutista, déspota, tirano y altanero político español, superando con creces los desmanes de Zapatero.
El autoproclamado nuevo líder mundial de la nueva España, el presidente Sol, el tocado por la mano divina, el que ha desenterrado a Franco para enterrar a Montesquieu, el Todopoderoso Hacedor del esperpento de democracia que hoy es España, ya se ha hecho con todos los poderes del Estado, ya ha prostituído todas las instituciones. De su mano y la de su vicepresidente bolivariano, del frentismo y la mentira, vamos camino del corralito económico y la caída de la democracia.
Lo último, su artera triquiñuela para la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, asalto sin precedentes a la Justicia en la era constitucional, es una artimaña con todos los visos de ilegalidad, una maquinación parlamentaria para eludir todos los controles del propio Consejo General del Poder Judicial, del Consejo de Estado y del Consejo Fiscal.
Es más, con esta treta, eliminaría a golpe de mazo a la mitad del arco parlamentario para así someter al Poder Judicial a la sumisión ideológica del gobierno absolutista y totalitario del presidente Sol.
Eso es propio de regímenes dictatoriales como Venezuela, donde la izquierda chavista conocía que la aniquilación de la separación de poderes iniciando una purga en la judicatura es la manera de perpetuarse en el poder. El paralelismo de España con este régimen empieza a ser seriamente preocupante.
El Gobierno, si esta fechoría golpista prosperase, podría tener lista la reforma en apenas dos meses en contra de la oposición, las asociaciones mayoritarias de jueces y a la mismísima Europa. Pero ¿saben qué? Que a Su Persona, el nuevo Rey Sol, el Estado soy yo, le da exactamente igual, porque su proyecto de destruir la España constitucional ya está en marcha y no va a parar hasta que lo consiga.
Mar Rodríguez | Abogada y experta en Comunicación Política