A vertical greyscale shot of a mysterious field covered in fog
La muerte: un destino tan inevitable como ignorado Metropólitan Radio
Cuando nacemos pocas son las certezas sobre cómo será nuestra vida. Todos llegamos a la vida en unas condiciones concretas, en un entorno social y en un contexto económico determinados, algo que, a priori, le valdrían a los sociólogos para dibujar el que puede ser nuestro probable futuro. Pero, a pesar de esto, nada está escrito. No sabemos si dejaremos de estudiar cuando se cumpla el ciclo educativo obligatorio, o qué carrera acabaremos estudiando en caso de que lleguemos a la universidad. No conocemos las veces que nos enamoraremos o que nos romperán el corazón, desconocemos si nos casaremos o si tendremos descendencia. Y, por supuesto, ignoramos cómo, cuándo y de qué forma, en qué circunstancias, llegará nuestro final. Sólo existe una inevitable certeza desde el mismo momento en el que llegamos al mundo: que un día llegará la muerte, y con ella la despedida definitiva.
Hablar de la muerte es sin duda uno de los temas tabú en una sociedad como la nuestra que, durante años, por una cuestión cultural, le hemos dado la espalda fulminantemente a todo lo que significa hablar o pensar sobre el final de nuestra vida. Algunos expertos señalan que existe poca pedagogía emocional sobre algo que inevitablemente a todos nos llegará, y creen incluso que deberíamos educarnos en las escuelas, desde bien pequeños, en la conciencia de que la sombra de la muerte forma parte del ciclo vital, lo que nos ayudaría a afrontar la vida y la muerte con una mayor fortaleza emocional.
En el Día Menos Pensamos hemos hablado de ello con la psicóloga sanitaria, Andrea Adrover, y hemos conocido la historia de Ruth Mogollón, que ha plasmado en el libro ‘Cómo vivir con ujn enfermo de Alzhéimer y no morir en el intento’. Un relato personal y real basado en su propia experiencia junto a su padre, afectado por esta enfermedad, durante sus últimos años de vida. Una experiencia que le llevó a dar un giro radical a su vida y dedicarse a enseñar a los demás cómo «dejar un legado de amor a los nuestros» a través de la toma de decisiones responsables frente a la muerte a través del testamento vital o las voluntades anticipadas. Una manera de seguir manejando nuestro destino, aún cuando ya no seamos conscientes.