El biólogo, profesor y novelista, Jerónimo Tristante, coge la lupa de Metrópolis Daily.
A pesar de que soy ya viejuno crecí en una sociedad marcadamente audiovisual: veíamos y grabábamos series, el cine formaba parte de nuestras vidas y jugaba a videojuegos con mi Spectrum sólo o con amigos, y he pasado largas tardes cargando aquellos juegos que parecían ir a pedales. Es por esto que conozco desde sus inicios la cultura del videojuego a la que no hay que demonizar.
Pero ojo, nos estamos encontrando un problema. Tras el confinamiento y con las medidas de restricción a que nos ha obligado esta maldita Pandemia, muchos niños y adolescentes están perdiendo el contacto físico con sus amigos y eso ha derivado en que han incrementado su dependencia con los dispositivos tecnológicos.
Quiero hacer una llamada a los padres para que estén atentos: cuando tu hijo es adolescente los padres permanecemos atentos a ciertos síntomas, si fuma, si bebe, qué amigos tiene, las notas, el peligro de esos porrillos….. pero hay un peligro que a veces se nos escapa, una nueva y potente adicción que engancha a las criaturas y que cuando es muy grave hay que tratar. Me refiero a la adicción a los videojuegos y/o al móvil.
Mucho cuidado. Sé de buena fuente que en Proyecto Hombre están tratando más adicciones ya a los videojuegos que a la propia cocaína. Es una adicción silente, de la que puede que no nos demos cuenta: mi hijo no sale, no viene tarde, no huele a a tabaco…. Cuidao. Cuando cerramos la casa por la noche debemos de asegurarnos que duermen. Si es preciso retirarles los dispositivos o si fuese necesario desconectar el wifi.
Los profesores estamos detectando que hay chicos/as que pasan horas y horas jugando con gente de otras partes del mundo y no duermen, literalmente. No estudian, no se relacionan, no se enamoran…. Y se les escapa la vida.
Háganme caso y estén atentos.
Jerónimo Tristante | Novelista