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Acabó la Semana Europea de la Movilidad y, casi peor que cada año, pasó como si nada en la Región de Murcia: una alfombra verde en la Gran Vía de Murcia (que queda muy bien en el postureo de Instagram), y cuatro calles cortadas en algún municipio de la Región. Pare usted de contar.
Porque en lo resultante a movilidad, esta Región gira al revés que cualquier otro lugar del mundo.
Algunos responsables políticos encontrarán útil este año la excusa de la pandemia, repitiendo que los transportes colectivos son más inseguros. Pero cuando la pandemia pase (no hay mal que cien años dure), nuestras ciudades seguirán ahí, con atascos imposibles, con desplazamientos insostenibles, y con emisiones contaminantes insoportables.
En esta Región el transporte público interurbano casi no existe. En los últimos veinticinco años de gobierno Popular se nos han anunciado otros tantos planes directores de transportes. El último de ellos tiene apariencia de no cambiar casi nada, ni aún en el supuesto de que se llegase a aplicar, como no se aplicó ninguno de los anteriores.
Del transporte colectivo de las grandes ciudades, mejor no hablamos. Los vecinos Murcia y Cartagena saben lo que es esperar más de una hora a que pase un autobús que tardará otra hora en hacer un trayecto que no debería durar más de 15 minutos. Y ahora peor, con menos frecuencias con la excusa de la pandemia.
Mientras tanto, observo desde mi ventana el atasco que provoca el colegio que hay junto a mi casa, donde cientos de vehículos pelean cada día por meter a sus niños hasta el pupitre. La mayoría vienen de barrios cercanos, y tardarían 15 minutos andando a paso infantil, o 5 en bicicleta. Pero claro, en esta Región no hay alternativa al coche privado, no hay campañas de sensibilización, no hay prácticamente nada.
Sería deseable que, con los nuevos fondos europeos, cambiásemos nuestro modelo de movilidad, y celebremos, de verdad y no de postureo, una auténtica semana de la movilidad dentro de unos años.
Marcos Ros | Eurodiputado del PSRM-PSOE