Durante años el matrimonio era el objetivo final de toda «persona de bien». De hecho, no estar casado -no haber cumplido a determinada edad con esta «misión»- era motivo de críticas, recelos, cuchicheos e incluso de exclusión social.
Es verdad que este rito del amor, que oficializa nuestro compromiso sentimental, pero también legal, con la persona a la que queremos, sigue estando muy presente hoy en día, formando parte de la tradición. Pero, también es cierto que, cada vez más, son muchos los que se plantean si pasar por la vicaría (el matrimonio bendecido por la Iglesia) o la vía civil, o escoger la figura de la pareja de hecho.
¿Cuáles son las diferencias entre uno y otro? ¿qué ventajas e inconvenientes tiene cada una de estas formas de unión?.
Nuestra Abogada de Guardia, Irene Visedo, nos da las respuestas.