Mar Rodriguez
La abogada y asesora en comunicación política, Mar Rodríguez, coge la lupa de Metrópolis Daily.
Los de mi generación hemos vivido más de la mitad de nuestras vidas esperando los telediarios con el alma encogida o temblorosos cuando veíamos que se cortaba la emisión del programa de turno para anunciar un nuevo asesinato de la banda terrorista ETA. Hubo unas décadas en las que raro era el día que los criminales no acababan con la vida de ningún inocente o se anunciaba el secuestro de alguien.
Recuerdo prácticamente todos y cada uno de ellos desde que tengo uso de razón, guardias civiles, policías, militares, políticos, empresarios, niños, Irene Villa, Miguel Ángel Blanco….
Entre los casi mil asesinados por los “valientes gudaris”, quiero hoy destacar en esta columna a Germán González López, Enrique Casas, Vicente Gajate Martín, Fernando Múgica, Fernando Buesa, Juan María Jáuregui Apalategui, Ernest Lluch, Froilán Elespe Inciarte, Juan Priede Pérez, Joseba Pagazaurtundua e Isaías Carrasco, socialistas todos ellos, compañeros de partido del que hoy gobierna la nación y blanquea a sus asesinos, ese presidente que se acuesta con comunistas y se levanta con asesinos, ese indigno que ha pisoteado la memoria de todos y cada uno de los asesinados por los terroristas con los que negocia los presupuestos más infames de la historia de la democracia.
Según la vicepresidenta Carmen Calvo, ETA ya no existe, pero se le olvida a la de Cabra que hay una formación política que aún no ha condenado ninguno de los casi mil asesinatos cometidos por su brazo armado. Bildu es ETA, señora mía, y usted, su presidente y sus socios de gobierno están sentándose con ellos a jugar a la ruleta con el dinero y la dignidad de los españoles y eso no debe salir gratis.
EH Bildu ha puesto una serie de condiciones para apoyar los Presupuestos que conllevan la legitimación y justificación de los asesinatos y actos terroristas de los etarras, tratándoles de ‘presos políticos’ y pidiendo para ellos impunidad y la excarcelación. Y el Gobierno ya ha puesto la maquinaria en marcha, acercando a muchos de ellos al País Vasco.
Es una humillación absoluta para las víctimas del terrorismo de ETA y para los españoles en general, que el Gobierno acepte unas condiciones tan canallas, máxime después de haber declarado el presidente en más de una ocasión que nunca cruzaría esa línea roja.
Ya nos tiene acostumbrados a sus prédicas falaces, a su inmoralidad y a su estulticia, pero esto es no ya traspasar una línea roja, sino cruzar todos los límites, pisotear la democracia y la Constitución, demoler el Estado de Derecho.
Mar Rodríguez | Asesora en comunicación política