Juana Rocamora
Reflexiones de una noche de verano, te sientes agradecido por que las duras jornadas de trabajo han dado su fruto.
Trabajar, para pagar una vivienda, volver a trabajar para comprar otra vivienda. Por el camino, te encuentras con un amigo-apañado, que te hace participe de un negocio que te hará rico, para el que tienes que invertir más tiempo de tu vida. Tu familia, va creciendo y tienes la necesidad de ofrecerles, todo lo que tus manos y salud, te permitan para garantizarles una vida cómoda.
Así, ves como cada día, llegas a casa más tarde, y la familia te reclama tiempo, tiempo que nunca tienes, pero, por otro lado, se muestran agradecidos del esfuerzo que realizas para regalarles la vida que nunca tuviste.
Un día, te levantas y recibes la llamada de tu vecino de la urbanización de Isla Plana, donde hace un par de años compraste la casa por mediación de ese amigo apañado que te aconsejó sabiamente. Una casa, que todos los veranos hace las delicias de tu familia por su amplitud y maravilloso enclave. Tu vecino, te alerta de la presencia de personas en tu vivienda, de una familia al completo. Una familia, que se baña en la piscina de la urbanización, que tiene acobardada a todas las familias vecinas y que están destrozando tu casa, esa que aun sigues pagando y que en ese mismo momento maldices el momento que la compraste para disfrutar de los meses de verano con tu familia, porque sabes que acaba de comenzar un particular calvario para sacar de tu casa, a quienes han decidido ocuparla y destrozarla, sin pedir permiso al propietario.
Lo anteriormente descrito, no es ninguna historia inventada, es la realidad más real jamás contada.
Llamadas a la policía, asesoramiento legal, gastos de abogado y de una casa que ya no sientes como tuya, pero debes seguir pagando por ella…unidos a los sentimientos más inquietantes en los que la incomprensión, ira, venganza, justicia, locura se arremolinan en tu cabeza al no comprender el porqué.
Y es que, habrá una justicia más injusta, que la de la persona que se compra un bien, lo cuida, contribuye pagando sus impuestos a las arcas del estado y por ende a los ciudadanos, y a cambio tiene que soportar la falta de consideración de unos políticos que permiten que sus ciudadanos, sean ninguneados de la manera más cruel. Habrá mayor indefensión, que la de unos valientes murcianos que han decidido trabajar, para contribuir con las arcas del estado y a cambio reciba un tortazo en la cara.
La demagogia política, está haciendo estragos en la calidad de vida de los ciudadanos. Juzguen ustedes mismos con el significado de ocupa: es una persona que entra por la fuerza en una casa ajena. Un okupa, con ka, es un anti sistema, normalmente anarquista, que ocupa un edificio público abandonado para darle un uso social. La k o la c, poco cambia el sentido de la palabra, en ningún momento la ocupación puede ser utilizada, como vía para garantizar una vivienda digna a cualquier ciudadano necesitado. Hacernos creer, que la ocupación cobra sentido en el momento que el ciudadano tiene derecho a una vivienda digna, es tan rastrero por parte de algunos políticos de turno, que si le diéramos la vuelta habría que preguntar, que están haciendo mal para que sus ciudadanos pasen hambre y no tengan un techo donde dormir.
En cualquiera de los casos, el fenómeno ocupa, no se debe confundir con el poder adquisitivo de la persona. Los casos ocupas, son asaltos a un bien que tiene nombres y apellidos.
Desde Somos Región, estamos totalmente en contra del fenómeno ocupa, que está haciendo tanto daño a la economía y bienestar de los ciudadanos de la Región. Es urgente y prioritario que los partidos políticos de la región, se unan para elevar al congreso de los diputados una ley que garantice el desalojo inmediato, verificando la titularidad de ese bien, en el plazo máximo de 24 horas.
Desde Somos Región, creemos en la igualdad y respeto de los ciudadanos, como clave para garantizar el bienestar de los murcianos.
Juana Rocamora | Portavoz de SOMOS REGIÓN